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Historias

CAPÍTULO III.  1536 Mariana Juan

-»EL DESCUBRIMIENTO DE LAS INDIAS OCCIDENTALES.

 

La empresa mas memorable , de mayor honra y provecho que jamas sucedio en Espana , fue el des cubrimiento de las Indias Occidentales; las quales coa razón por su grandeza llaman el nuevo mundo : cosa maravillosa, y que de tantos siglos estaba reservada pai’a esta edad. La ocasión y principio desta nueva navegación y descubrimiento fue en esta manera. Cierta nave desde la costa de Africa, do andaba ocupada en los tratos de aquellas partes , arrebatada con un recio temporal aportó á ciertas tierras no conocidas, Pasados algunos dias , y sosegada la tempestad , como diese la vuelta , muertos de hambre y mal pasar casi todos los pasageros , y marineros , el maestre con tres ó cuatro compañeros llegaron últimamente a la isla de la Madera.Hallábase acaso en aquella isla Christó-va! Colon Ginoves de nación , que estaba casado en Portugal y era muy ejercitado en el arte de navegar persona de gran corazón y altos pensamientos. Este albergó en su posada al maestre de aquel navio, y como falleciese en breve, dexó en poder de Colon los memoriales y avisos que traía de toda aquella navegación. Con esta ocasión hora haya sido la verdadera, ó sea por la Astrología en que era ejercitada, ó como otros dicen , por aviso que le dió un cierto Marco Polo médico Florentin , él se resolvió en que de la otra parte del mundo descubierta y de sus términos acia do se pone el sol, habia tierras muy grandes y espaciosas.

Este pensamiento suyo comunicó primero con el Rey de Portugal, después con Enrique Seteno Rey de Inglaterra; pero como al uno y al otro pareciesen sueños lo que decía, con todo esto no desistió de su empresa; antes se fué a la Corte del Rey de España Don Fernando. Allí como no le diesen más oídos que los demas verdadero , con sufrimiento que tuvo de siete años, últimamente alcanzado al mismo tiempo que el reyno de Granada se acababa de conquistar , que á costa del Rey le armasen tres navios con que hiciese prueba si salia lo que promete. Es cosa notable que con solos diez y siete mil ducados que por estar los Reyes tan gastados tomáron prestados, se emprendió uoa coca tan grande, y que había de ser de tanto interés Hízose pues Colon á la vela á tres de Agosto de Palos de Moguer do se aprestáron las naves , y vencidas las olas del mar Atlántico , primero aportó á las islas Canarias , desde allí tomando la derrota del Poniente , á cabo de muchos días y de grandes dificultades que pasaron, ciertas islas que llamaron las islas del Príncipe. Reparó por aquellas partes algunos días, y dexados en un castillo que hizo allí, algunos compañeros de los suyos, y por Capitán á Diego de Arana, dio la vuelta con las nuevas y muestras de las riquezas que dexaba descubiertos, y fué muy bien recibido en España. Prosiguió en descubrir con nuevas navegaciones que hicieron los años siguientes, otras muchas islas j entre las otras las principales y mayores fueron la Española y la Cuba.Demas destino costó gran parte de la tierra firme ,

Verdad es que las dichas marinas con una grande ensenada que hacen , como á la mitad de todas ellas se ciñen de tal manera, que desde el puerto del Nombre de Dios que está en nuestro mar , hasta Panamá puerto del mar opuesto que llaman del Sur , apenas ray distancia y camino de diez y ocho leguas ; y bien que las riberas del uno y del otro mar ácia la parte “el Septentrión por grande espacio con diligencia increíble de los nuestros han sido descubiertos, hasta no se ha podido entender bastantemente si la India Occidental se continua con la Oriental, ó si  mas arriba del Catayo puerto de la China , y mas arriba , Japón , isla que algunos llamáron Cipangri , haya algún estrecho de mar con que se aparten la una de la  Otra.

Falleció Colon el año de nuestra salvación mil y Quinientos y seis : varón digno de inmortal renombre, e hecho Almirante de las Indias y Duque de Veraguas: merced debida á sus grandes méritos y ser-“ios. Continuaron otras navegaciones así en  vida de Colon como principalmente despues del muerto , y á su ejemplo satisfacer al Poniente diversas islas y riberas. Entre estos Americo Vespucio de nación Florentin por mandado del Rey de Portugal Don Manuel el afio de mil y quinientos primeramente descubierto todo el Brasil , parte sin duda del nuevo mundo y de aquella tierra firme.Después de corridas casi todas las riberas ácia nuestro mar del Norte con diversas navegaciones que se emprendieron por personas diferentes, entre ellas Vasco Nuñez Balboa natural de Badajoz , varón de gran corazón , fue el primero que descubrió el estrecho que hay de tierra, á causa de aquella grande ensenada que hace el mar desde el puerto del Nombre de Dios hasta Panamá, y halló el mar del Sur el año de mil y quinientos y trece para grande honra y provecho de nuestra España.

Resultó de las navegaciones de Colon y de Amé-rico cierta diferencia entre Castilla y Portugal á causa que el Portugués pretendía pertenecerle por concesión de los Pontífices, y en particular de Eugenio Quarto, todo el descubrimiento del nuevo mundo. El Rey de Castilla en contra alegaba una bula de Alexandro Sexto, en que el afio de mil y quatrocientos y noventa y tres le concedió que tirada con la imaginación una linea de polo á polo , cien leguas mas adelante de las islas Hesperides que hoy se call del cabo Verde, todo lo que desde aquella linea se descubriese ácia el Poniente fuera suyo , y que al Portugués quedase todo lo demas.La qual concesión poco después modificó con otra nueva bula , en que mandó que la dicha línea de la demarcación se señalase otras trecientas y setenta leguas mas adelante ácia el Poniente,

Gerónimo Osorio Obispo de Silves en la vida del Rey Don Manuel afirma que la dicha línea se dijo por la imaginación treinta y seis grados al Poniente más adelante de) meridiano de Lisboa. Lo cierto es que deste asiento que tomo , resulto otra nueva  contienda , porque los Castellanos pretendían que las islas Malucas, de donde viene la especia , se com-prehendian en la mitad del mundo que les fué consignado en aquel repartimiento. Los portugueses niegan todo esto , y por los eclipses de la luna que es el solo camino que hay para medir la longitud de la tierra dicen estar observado que la boca del rio Indo dista de Lisboa por espacio de noventa grados y no mas, desde do hasta el meridiano , que se señala con la imaginación por lo postrero de las Malucas , hay quarenta y dos grados.A la qual suma , si añadimos los treinta y seis grados mas adelante de Lisboa principio de la conquista de Portugal , aun no vendremos á cerrar con los ciento y ochenta grados que tiene la mitad deste grande globo y mundo ; cuya longitud se divide en trecientos y sesenta grados.

Y consta que Fernando de Magallanes de nación Portugués por quexa que tuvo de su Rey de no le haber recompensado bastantemente los servicios hechos en la India Oriental en que estuvo largo tiempo , después de la muerte del Rey Don Fernando el Carbólico persuadió al Rey Don Cárlos su nieto, que siguiendo la derrota entre Poniente y Mediodía, se podría pasar a las Malucas por diferente camino. Ofreció su industria para ejecutar este aviso, y con cinco naves que le dieron, se hizo á la vela desde Sevilla año de nuestra salvación de mil y quinientos y diez y nueve. Aportó primero a las Canarias ; desde allí á vista del Brasil, costeadas todas aquellas riberas , halló un estrecho de mar cincuenta y tres grados más adelante ce la equinocial , el qual de su nombre Uamáron el estrecho de Magallanes.

Con las otras tres naves pasó el estrecho, y después de muchos días en una isla que encantó, llamada Zubu, fué muerto alevosamente por los bárbaros con algunos otros de sus compañeros. Los demas por alta de marineros y xarcias , puesto fuego á la una de las tres naves , con las otras dos últimamente apor-táron á las Malucas. Hiciéron su carga en la isla de Tidor para muestra de las riquezas que allí hallaron, y porque la una de las dos naves hacia el agua, se perdió. La otra sola que quedó, por diferente camino que había traido, pasado el cabo de Buena Esperanza, llegó a Sevilla tres años después que de allí partiera. La nave se llamó Victoria, el maestre Juan Sebastian Cano , Vizcayno de nación ó Guipuzcoano, natural de un pueblo llamado Guetaria;que por su grande constancia y dicha nunca oida de haber rodeado todo el mundo ,

Probaron otros los años siguientes una , segunda y tercera vez á hacer aquella navegación ; pero porque el provecho no era conforme al trabajo , últimamente desistiéron della , especial que el Rey Don Juan de Portugal prestó al Emperador Don Cárlos trecientos y cincuenta mil ducados con condición que así él como sus descendientes se apartasen de aquella demanda hasta en tanto que hobiesen restituido aquel empréstito. En este tiempo del todo se ha sosegado esta contienda por haber toda España reducida debaxo del poder y mando de un Monarchá y Señor universal.

Pasado aquel estrecho de tierra que diximos acia el mar del Sur , á la mano derecha está situada la nueva España con su ciudad de México , asentada a la sazón en una laguna y cabeza de aquellas provincias. Donde y en las provincias comarcanas era muy poderoso y muy gran Señor de muchos y de m»y grandes reynos el Emperador Motezuma , al qual Hernán Cortes el año de mil y quinientos y veinte prendió dentro de su mismo palacio : notable resolución. Y muerto que fué por los suyos con una piedra que acaso le tiróron á una ventana á que se asomó para apaciguallos , sugetó aquellas provincias muy anchas al Emperador Don Cárlos : para sí ganó inmortal renombre, á sus descendientes los Marqueses del Valle de-xó en aquellas partes de México aquel muy rico estado.

A mano izquierda del estrecho y de Panamá Fran cisco Pizarro el afio mil y quinientos y veinte y cinco descubierto el Perú , y seis afios adelante con prisión y muerte que dió á Atabalipa Sefior de aquellas tierras^ le sugeto j que es la mas rica provincia de minas dé oro y de plata de quantas se han descubierto , en tanto grado que todo el menage de las casas hasta las ollas y las calderas eran destos ricos metales. El despojo que fué muy grande , y Ja presa dividió Pizarro con Diego de Almagro su principal compañero en aquella conquista y con los demas no como fuera razón • y sin embargo á cada uno de los soldados ordinarios cupieron nueve mil ducados, que fue la mayor presa y botín que jamas se ganó : los soldados eran como trecientos, que en una batalla venciéron á mas de cien mil indios.

De la abundancia nació la soberbia y demasías , ca Hernando Pizarro hermano de Francisco Pizarro por entender que Almagro públicamente se quexaba del agravio , y tratar de vengarse , le dio la muerte. Un hijo de Almagro hubo fuera de matrimonio en una India por nombre Don Diego acometió en Lima las casas en que Francisco Pizarro posaba , y dentro dellas le mató en venganza de su padre. Fué este atrevimiento muy grande. Por venga-de se juntáron el Gobernador Christoval Vaca de Castro y Gonzalo Pizarro otro hermano de Francisco y con sus gentes venciéron en batalla y diéron la muerte al dicho Don Diego.

Con esta victoria y por sus muchas riquezas quedó Uonzalo Pizarro tan ufano, que pretendió hacerse Señor de aquella tierra. Acudió desde España por maneado del Emperador primero Blasco Nufiez Vela con nombre de Virrey , al qual prendiéron y matáron en vu fU>°,S ™’s,ri0s Españoles. Después el licenciado edro de la Gasea, dado que era clérigo de profesión y el consejo de la General Inquisición , sosegó aque-i os movimientos mas por mafia que con fuerzas : cas-go e hizo morir á Gonzalo Pizarro y las demas ca-ezas , principales de aquellas revueltas. Hecho esto, olvio a España, donde fué Obispo primero de Pa lencia , y después de Sigüenza hasta lo postrero de su edad que fué muy larga.Hernando Pizarro , que solo de los tres hermanos quedaron vivo , estuvo mucho tiempo preso en España , ca antes que su hermano se levantó , vino para dar razón de la muerte de Almagro , primera ocasión de aquellas revueltas. Por esta manera castigó a Dios la muerte dada contra razón al Emperador Atabalipa , sin dexar ninguno de sus enemigos que no fueron castigados , y las riquezas mal ganadas perecieron juntamente con sus dueños.

Las costumbres de todas estas gentes que encontraron en aquellas partes, eran estrañas, y todas las mas.cosas muy extraordinarias. Los animales , las aves que se crian de muchas raleas y muy llamativos colores : los peces , los árboles , las yerbas todo estrañoy de lo de acá diferente. No tienen letras : notable mengua. No usaban moneda ni peso. No sabían fabricar naves con sus xarcias, velas y gobernalle: solo navegaban en barcas como artesas, cabadas en un solo madero, que llaman ellos canoas. Para el vestido y arreo no tienen lino , lana , ni seda : sus telas y ropa de algodón , que se da muy bien en la tierra sin te-fiillo de diferentes colores.Carecían del uso del hierro, de las armas y herramientas que del se forjan : de trigo y de molinos para moler su maíz, que es el grano de que se sustentan. Faltábales actyte y vino de ubas , si bien las producía de suya la tierra, y ellos usaban de otros brebages de diversas maneras para sus borracheras á que son muy dados. Del sebo y de la cera no sabían hacer candelas para alumbrarse. Ningunas bestias de carga ni para cabalgar, ni carros ni literas.

Sacrificaban hombres cautivados en guerra y esclavos en numero tan grande que se tiene por cierto en sola la ciudad de Mexico pasaban de veinte mil por afio , cuya carne comian sin asco ninguno. Casaban cuo muchas mugeres, y sin escrúpulo usaban oel pecado nefando: tan sucios y deshonestos eran. Su trage muy diferente, y por la mayor parte desnudos. Gran bien les hizo Dios y gracia en traellos á poder de Christianos (A muchos perdona la fortuna por su maL), y para que los buscasen y conquistasen, repartir con ellos con larga mano el oro y la plata en tanta abundancia .-.cebo todo para codiciosos ■ sobre dalles su conocimiento para que dexada la vida de salvages viviesen christianamente: mas merced fué sugetallos , que si continuáran en su libertad

Adelante se descubrió el Chille ácia el mar del Sur y polo Antartico do hallaron Indios belicosos y malos de sugetar , y acia nuestro mar , pasado el Bra-si y el rió de la Plata , el Paraguay y el Tucuman que se estiende hasta el estrecho de Magallanes. Las Philipinas , islas no léxos de la China , con diversas ocasiones se encendieron, y llamaron así del nombre de Don I hilipe Segundo Rey de España. La de Luzon que es la cabeza , con su ciudad Manila conquistó el Adelantado Miguel López de Legaspi á diez y ocho de Mayo ano de mil y quinientos y setenta y dos.

Ultimamente en el año mil quinientos y noventa y ocho de Mexico salió un buen número de soldados y su General el Adelantado Don Juan de Olíate á la conquista del nuevo México. Cae esta provincia ácia nuestro polo en altura de mas de treinta grados: latierra fertil,la gente mas politicaque los demas de las indias, las casas de tres, cuatro y siete sobrados.

Teniase della noticia desde el tiempo de Hernan Cortés y diversas   veces acometieron á conquistarla, pero sta tue la de mas consideración. Del suceso della y todo el efecto que se hizo, que para tanto ruido fue corto, el capitan Gaspar de Villagra  que se hallo presente, escribio un libro en metro castellano. De la conquista de las indias han resultado provechos y danos. Por lo menos las fuerzas flaqueanpor mucha gente que sale, y por estar derramadas: el sustento de la tierra nos daba, y no mal con sus frutos ya todos los años le esperamos en gran parte de los vientos y de las olas del mar: el principe necesita mas que antes, por acudir forzozamente  á tantas partes : la gente muelle por el mucho  regalo en comidas y trages.

 

 

HISTORIA INTERRUMPIDA (1872) A. Chatrian

La  víspera de San Teodoro, mi honrada y antigua criada Gredel tuvo conmigo eso que se llama iina atención delicada: conocía mi debilidad por el johanisberg, y ella misma me reñía porque era lo que más amaba en el mundo: sin embargo, no estaba en lo cierto, porque amaba más á mi vieja Gredél.

Sucedió, pues, que volviendo de la taberna da Luíero, donde mis amigos Hippel, Gangloff y Sathaniél habían celebrado dignamente mi natalicio, abrí la puerta de mi antigua casa de la calle de Capuchinos, y ¿qué pensáis que vi sobre la mesa?

Un gran tarro de cuello de cigüeña, coronado porra magnífico ramo de margaritas.

Tomé el ramo, y lo apreté contra mi corazón. -Oh. ¡Gredel, Gredel…! ama incomparable… honrada y virtuosa criatura… No puedo espliear aquí mi entusiasmo… ¡Tu duermes sin duda á estas altas horas de la noche… pero yo te admiro y pido á Dios por tu dicha!

Después miré el contenido del tarro: erajoha-nisberg… viejo johanisberg del año 34.

Entonces mi ternura llegó al estremo… Vertí generoso llanto, y me prometí recompensar á Gredel con cintas de color de rosa, zagalejo de mucho abrigo y zapatos nuevos.

Sin esperar á más tarde, hice los honores á su regalo: le levanté sobre mis manos con ternura, y le di un abrazo fraternal… Luego, en dulce quietud, encendí mi pipa y corté la pluma.

 

Ya sabéis, mis queridos amigos, que necesito silencio y reconocimiento para escribir: el ruido de una carreta, el crugido de un postigo, el grito nasal de un vendedor, me ponen fuera de mí. Si me dejase llevar del genio que Dios me ha dado, seria capaz de estrangular al viejo judío Isaac, que viene dos veces por semana á decirme que vende tirantes.

Pero la noche… ¡oh! la noche… ¡Qué dicha! ¡Qué dulce quietud! Ni un soplo, ni un murmullo viene a interrumpirme. Sentado entre mis libros en la sala del piso bajo, con la cabeza entre  las manos y los codos sobre la mesa, pienso… pienso por espacio de horas enteras.

La puerta de la calle está á mis espaldas, y cerrada con doble vuelta. Delante tengo la sombría coeina, que se presenta en toda su grandeza. Veo á mi derecha la boca del horno, cerrada con una placa de latón… La piedra del hogar cubierta de leños apagados… Y debajo del horno un lineco donde Gredel echa la ceniza. A la izquierda la escalera de caracol, con peldaños de madera, donde se quiebra la sombra en zig-zag, y debajo de la escalera la puerta que conduce a la cueva.

Todo esto iluminado vagamente por una vela; las sombras avanzan y retroceden… ¡y yo me río interiormente de esa lucha incesante de la luz con las tinieblas!

A través de la vidriera de la ventana del fondo veo el patio iluminado por la luna, y bajo el cobertizo pilas de leña salpicadas de luz blanca,

Hé aquí mi perspectiva… Hé aquí lo que necesitaba para trabajar.

Mientras que el grillo, acurrucado detras de la estufa,cantaba su querella melancólica, dejaba correr mi pluma al compás da la inspiración. Algunas veces escribía historias graciosas, y otras terribles. Esto dependía del tiempo, de las personas con quienes habían hablado, y también de lo que por la tarde había bebido en casa de mi amigo Lulero. Sin contar con otras muchas causas, que seria muy largo enumerar.

Pero mi verdadera afición me conduce a lo fantástico.

El silencio era tan profhndo, que algunas veces oia el paso de las ratas por las hojas secas de la3 ramas que habian de quemarse… ó un pedazo de cascarilla desprendido por casualidad del techo, y que rodaba de tejas abajo.

A fuerza de escribir, de fumar y de beber, mi espiritu se tornaba de una lucidez espantosa. Los objetos sombríos se envolvían ante mis miradas en una luz indeflmhle, y algunas veces, ¡cosa estrada I me sucedía ver realmente desfilar delante de mis ojos las imágenes que se presentaban en mi cabeza. Aquella noche estaba inspirado… Después de haber escrito sobre una cuartilla: Historia maravillosa de la flor amarilla y del Húsar dé la ¿fuerte, empece en estos términos la relación de mi amigo Sathaniel:

«En 1819, el mismo año en que Karl Sauz asesinó á Kotzebue, era yo abanderado del regimiento de Húsares de la Muerte, entonces de guarnición en Maguncia.

»No lejos de esta ciudad., en las montañas del Hundsruck, se levantan las ruinas de Triefelds. Se las ve desde toda la llanura del Palatinado, cerca de los restos de Geierstein, que coronan una roca vecina. Estos son I03 antiguos castillos de emboscada Destruidos por Turena en 1672…

tristes despojos cubiertos por el musgo y la  hiedra

»Yo iba á menudo á Triefelds, atravesando las bellas selvas de Bergstrasse. No eran el sentimiento poético, ni el placer de la soledad los que me llevaban, sino cierta fantasía estraña y terrible que me seria difícil esplicar.

»En medio de una de estas torres arruinadas se encuentra, á ílor de tierra, un pozo de quince á veinte pies de ancho, y tan profundo como la montaña. Si se arrojaba en él una piedra, se la oia resonar contra la pared algnnos segundos; el ruido se debilitaba por la distancia, y por último no se oia nada.

»La atracción del misterio y tal vez del peligro me condujo a este lugar; me aproximaba al pozo, liundia en él mis ojos, y contemplaba una gran ílor amarilla, agarrada á la pared algunos pies debajo de la embocadura.

>Esta ílor tenia algo de particular que me cautivaba. Hubiera querido cogerla, verla de más cerca; pero siempre, en el momento de intentar un movimiento atrevido para alcanzarla, me parecieron oir voces lejanas en el fondo del abismo; aire frió y húmedo azotaba mi rostro, helándome hasta la médula de los huesos.

 

»Entonces, como aturdido por tan larga atención, buscaba la puerta, respirando con toda la fuerza de mis pulmones, admirando la luz agonizante del día, la verdura, las enredadas zarzas, las altas ortigas y la montaña que se destacaba sobre el azul del cielo.

>Al principio me alejaba de las ruinas con paso lento, como retenido por miles de lazos, que se rompían uno á uno: después, sintiéndome libre, me lanzaba por la rápida pendiente. Las lágrimas oscurecían mis ojos, y esclamaban:

____”¡No! ¡No! ¡No volveré más…! ¡No volveré más…!

>Asi llegaba á mi pequeña habitación de la calle del Arsenal, saludando cada rostro amigo, cada ventana, cada casa, como si no hubiera debido volverlos á ver.

»Los médicos han discutido mucho sobre la locura, ambigua, ante la cual la inteligencia retrocede aspan tada. Desde el delirium tre-mens, en que el enfermo se lanza de su lecho en cuatro pies, corre por el suelo y quiere coger las ratas que se figura ver. hasta la sensación fugitiva que atraviesa el espíritu como un relámpago y os hace coger una mosca fantástica, los matices de la locura son innumerables.

 

^Atribuid este estado de obsesión á la materia, como el médico… Atribuidlo á la intervención de las potencias ocultas, como el poeta y el místico… ¿Qué importa? El libre albedrío se lia perdido, la voluntad sucumbe, y el hombre no es más que instrumento ciego de una fuerza irresistible. Tal era, preciso me es reconocerlo, el estado de mi espíritu en esta época. Cierta negra melancolía iiabia terminó á mi genio alegre, dominándome completamente.

>Una vez encerrado en mi cuarto, y resuelto á no volver más á las ruinas, hubiera podido creerme libre de esta tiranía del sentimiento: pero al cabo de algunos días volvía á notar la atracción. Procuraba distraerme con la lectura de algunos .filósofos… ¡imposible!

»De repente se me apareció la ílor amarilla… estaba allí, en la sombra la veia… el libro se escapó de mis manos, y con la boca abierta y los ojos desencajados, la contemplaba como en un sueño. Deciros lo que esto tenia de horrible, es superior á mis fuerzas… un sentimiento de terror indefinible helaba la sangre en mis venas… hubiera querido levantarme… pedir socorro… pero estaba clavado en mi sillón, y cuando , por un esfuerzo supremo, modificar exhalar el más débil suspiro… ¡todo desaparecía!

¡«► Entonces, decaído y sin fuerzas, pero libre de ■un peso enorme, pasó la mano por mis abrasadas pupilas, y murmuraba:

—»¡Será preciso volver!

>A1 dia siguiente, con lluvia ó con sol, después •de hacer mi servicio, me ponia en camino… no para ir a Triefelds, sino para pasearme alrededor de la ciudadela, para respirar el aire del campo.

 

»Sin embargo, apenas llegaba al camino de Bergstrasse, cuando, sin notarlo, corría á la montaña, y me r.eia como un loco, y no pensaba más que en la flor amarilla.

»Una curiosidad inmensa me empujó hácia el abismo.

»En fin: falto de aliento… con el corazón oprimido… llegaba… Un minuto antes me detenia y miraba de lejos las sombras de la torre, di-ciéndome:

—»No iré.

»Pero era ya tarde… tenia que andar… y entraba temblando… Mis dientes chocaban uno con otro… mis rodillas vacilaban… tenia fiebre… un sabor amargo se desenvolvia debajo de mi lengua y llegaba hasta el fondo de la garganta. Después mis ojos se habituaban á la oscuridad… descubría la flor, sin alegría, sin amor, pero con gran deseo de poseerla.

»Debajo de mi pozo sombrío, tenebroso, se abría como para tragarme; pero yo no reparaba en él, no lo veiá.

»Apoyado contra la pared, con las manos en Ja espalda y los pies adelantados, miraba la flor amarilla.»

Llegaba aquí en la Historia de la flor amarilla y del Húsar de la Muerte, y ya iba a contar cómo Grispinus, el guardián de los tesoros escondidos por los avaros, se había aparecido á mi amigo Sathaniel bajo la forma de un lagarto verde, cuando al sacudir las cenizas de mi pipa… encontré enfrente de mí sobre la piedra del hogar… Adivinad á quién.

¡Al mismísimo Grispino!

Ya sabéis que la forma que ordinariamente toma Grispinus es la de un conejo blanco. A su izquierda, en la sombra, había una escoba, una gran badila y cinco ó seis birutas á manera de tirabuzón. Su silencio era profundo, y me miraba con gran atención. De cuando en cuando se alzaban y se bajaban sus grandes orejas.

Figuraos mi estupor.

Inmediatamente pensé que Crispinus venia

para impedirme revelar al mundo lo que Satha-niel me liabia contado de su malicia verdadeca-mente diabólica, y tal idea me hizo temblar.

No podríais imaginar la estraordinaria inteligencia que se dibujaba en los ojos del duende. No creo que haya mirada humana que posea tal penetración ni agudeza más sutil.

Evidentemente él deseaba conocerme, juzgarme, hallar mi flaco.

Cuando me hacia gestos de frente, su cabeza, estrecha y alta, parecia la de un diablejo con cuernos. Cuando me observaba con un ojo solo… su perfil tenia todo el aire de la honradez. Pero yo adiviné su táctica.

A veces pasaba rápidamente las manos sobre sus bigotes, como hacen los conejos, para engañarme mejor.

Yo estaba inmóvil, y le miró, no sin aprensión, pero resolvió á defenderme si me atacaba.

—Duende, dije entre mí: haces muy bien; pero no me impedirás revelar al mundo las cosas que Sathaniel me ha dicho do tí. Porque otros tiemblan y encomiendan su alma á Díos, ¿piensas que me vas a asustar con esos ojazos encarnados? Teodoro conoce su deber, y todos los duendes del mundo no son capaces de impedir que llegue al fin. Puedes volver la cabeza y sacudir las orejas cuanto te plazca; eso no me importa: pero yo te aseguro que no llevarás más personas al abismo con tus historias de tesoros escondidos en el fondo de las viejas cisternas, pues corre de mi cuenta el impedirlo.

Las sombras de (pie estaba rodeado favorecían su táctica, y agitándose en ellas esperaban fascinarme; pero yo estaba sobre aviso.

Desgraciadamente, á fuerza de mirarle mis ojos se nublaron, y tuve necesidad de buscar un pañuelo para enjugármelos.

Grispinus, que no esperaba más que un momento de distracción, vino corriendo hacia mí, con la cabeza baja, el lomo alto y la cola derecha. Oí su trote rápido, y como no había previsto un ataque tan audaz, salté de mi asiento, dando un grito terrible.

Se cayó la silla, rodó la palmatoria por la mesa, pero no se apagó al momento. La1 cogí, y la agitaba con inesplicable angustia para volverla á encender, cuando Gredel, á medio vestir, apareció, enseñando por debajo de la papalina grandes mechones de su pelo gris.

A la vista de esta buena mujer, mi corazón se animó.

-¡Dios mio! dijo: ¿qué pasa?

—El duende Grispinus, le respondí, sudando la gota como el puño.

—¿El duende? Vamos… está visto… De seguro ha vaciado el tarro.

Esta reflexión me sorprendió: eché una mirada por la mesa, y vi que, en efecto, el tarro estaba vacío.

—¡Toma! me dije: ¡tiene esto gracia!

Y miré á Gredel con aire estupefacto… cuando Crispinus pasó á todo correr por entre mis piernas, y desapareció debajo del horno como una flecha.

—¡Eh! ¡Vedlo aquí! esclamé: ¡vedlo aquí, que se oculta en su madriguera!

Pero Gredel. lejos de asustarse, metió el brazo hasta el hombro en el agujero, sacó el duende cogido de las orejas, y enseñándomelo con aire de triunfo, me respondió:

—¡Eh! Es un verdadero conejo.

Y al mismo tiempo sus grandes y amarillos dientes, largos como las teclas de un piano, aparecieron delante de una inmensa carcajada. Lo he comprado para celebrar su cumpleaños, y mañana nos lo comeremos asado.

Esta aplicación no me pareció natural. Me acordé de que Hazelnoos, en su Demonología comparada, afirma haber visto un Kobeh transformarse de pronto en gato negro, y no dudaba que Crispinus había seguido la misma táctica: viéndose en peligro de ser cogido, tomó sin duda el carácter manso de un verdadero conejo. Esto me pareció fuera de duda, solo que con el temor de asustar a Gredel, yo no quise decir nada, y fingí reírme de mi propio terror.

Por lo demas, la premura con que mi antiguo servidora bajó en mi ayuda me conmovió, le di  las gracias por su regalo, y se volvió á acostar.

Cuando se marchó quise continuar la Historia maravillosa de la flor amarilla y el Húsar de la Muerte; pero la inspiracion habia volado.

Concluí por dormirme frente a la palmatoria, con la nariz sobre la mesa y la pluma en la mano.

¡Lector, perdona al valor desgraciado!

“Libro donado por la Compañia de Jesus, Jesuitas”



La Ultima Obra de Erckmann-Chatrian fue L’Art et les grands

“En 1881, los Goguel se quejaron de su relación con su azafata, Emma
Flotat, y la pareja se mudó temporalmente a Toul, donde Erckmann enfermó
gravemente de ictericia. Al año siguiente, las autoridades alemanas
dieron permiso a Erckmann para viajar a Phalsbourg. La última obra firmada por Erckmann-Chatrian fue L’Art et les grands

Idealistes (1885).

En 1886, Erckmann se negó a firmar un nuevo contrato que había negociado
Chatrian con su editor, Hetzel. El 13 de marzo de 1887, Chatrian, que
en ese momento luchó contra una enfermedad mental, le escribió a
Erckmann que estaba pagando a los escritores fantasmas con sus regalías
comunes. Este fue el final de su asociación y su amistad. En 1888, a
Erckmann se le diagnosticó diabetes y, al año siguiente, expiró su visa.
Ya no se le permitió residir en su ciudad natal, se mudó a Lunéville,
donde permanecieron hasta su muerte en 1899. Chatrian murió antes que él
en 1890.”

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"No es que el zorro sea atrevido, sino que las gallinas se van lejos" Diomedez Diaz

“Nadie sabe quién tuvo la culpa
Ella nunca le pudo entregar lo que estaba pidiendo
Un poquito de cariño, así fuera un instante,
Y aunque quiso, nunca le obedeció el corazón”
“Le pidieron besar el silencio
Y corría a buscar el camino de la soledad, soledad
Los momentos más lindos vivía
Él creyó ser la envidia de todos
Y ese fue el error de un mortal”

John William Coltraner

Músico estadounidense de jazz, saxofonista tenor y saxo soprano. Ocasionalmente, tocó el saxo alto y la flauta

Juan Lopez
Pablo Quinn
Jim Hendrick

La intelectualidad se mide no por la inteligencia, sino por las dosis de humor que es capaz de utilizar. Nietzsche.